Título: Posesión [The Regulators]
Autor: Stephen King, bajo el pseudónimo de Richard Bachman
Idioma
original: Inglés
País:
EUA
Editorial:
Ediciones Orby Fabbri
Primera
Edición: 1996
Traducción:
Mª Eugenia Ciocchini
Número
de páginas: 412 pág
Género:
Thriller, Terror,
Misterio, Drama
ISBN: 8440223714
Sinopsis:
"Transcurre
una apacible tarde de verano en Wentworth, Ohio. Como es habitual, en la
soleada calle Poplar todo es normal: el chico de los periódicos los reparte en
bicicleta, los niños juegan en las aceras, las barbacoas se preparan en los
jardines y patios. Lo único extraño es la furgoneta roja que hay aparcada en
una esquina. El misterioso vehículo no tardará en ponerse en marcha... y con él
se desencadenará una atroz matanza. Cuando la noche caiga, los supervivientes
del vecindario se encontrarán en un mundo pavoroso donde cualquier cosa es
posible, en particular la macabra posesión de las mentes y de los
cuerpos."
Algo
que decir:
En primer lugar, señalar que no estoy segura de
si la traducción es, o no, de Mª Eugenia Ciocchini... lo busqué y rebusqué en
el ejemplar del que dispongo, que es el perteneciente a la Stephen King
Collection de Orby Fabbri, la de los lomos dorados, también destacable por
esconder este tipo de datos (?). Así que lo he buscado en la red, y esto es lo
que he encontrado; si me he colado, agradeceré mucho que alguien me lo diga y
demás. Como dato todo: me parece feo que no citaran el nombre de la traductora
en ésta edición.
Posesión forma parte de los títulos que el
polifacético Stephen King escribiera bajo el pseudónimo de Richard Bachman,
pero es especialmente curioso pues fue publicado, al igual que Blaze,
que seguiría su estela tardía en 2007, como la obra póstuma del autor.
Antes
de morir de cáncer a finales de 1985, (un fulminante "Cáncer de
Pseudónimo", según se referiría a él más tarde el propio King) Richard
Bachman publicó cinco novelas: Rabia (Rage, 1977), La Larga
Marcha (The Long Walk, 1979), Carretera Maldita (Roadwork,
1981), El Fugitivo (The Running Man, 1982) y Maleficio (Thinner,
1984). En 1994, durante los preparativos de una mudanza, la viuda del autor
encontró en un sótano (otros dicen que en un ático) una caja llena de
manuscritos en distintos estadios de elaboración.
El
más completo de esos manuscritos dio lugar a ésta novela póstuma, Posesión,
publicada por Charles Verrill, editor habitual de Stephen King, a petición de
la viuda de Bachman. El original estaba en un archivador cerrado con bandas
elásticas, como si el propio Richard Bachman se hubiese propuesto enviarlo a su
editor después de una revisión final.
En
palabras de Stephen King, Richard Backman fue de algún modo "su mitad
siniestra"; hecho que se refleja en varios de los títulos que vieron la luz
de la mano del bueno de Richie dando lugar a relatos que coquetean
especialmente cerca del límite entre la literatura de terror y el guion de
película de serie B.
Posesión
narra las trifulcas de
los habitantes de la habitualmente anodina calle Poplar, perdida en medio de
una sencilla zona residencial en el caluroso Ohio, cuando una oleada de
matanzas arrasa sin aviso previo su el vecindario. Viendo morir a sus
familiares y amigos de las formas más variadas posibles, un grupo de
supervivientes tratará de desentrañar cuál es el misterio oculto tras la
masacre y cómo detenerlo mientras a su alrededor el mundo que creían conocer se
transforma en el perfecto patio de recreo para su verdugo.
Posesión
es una novela donde la
acción transcurre casi tan deprisa como la debacle en el recuento de
personajes. Con una extrema fijación en comparar el tamaño de las cosas con
balones (?) de fútbol, softball, béisbol, u otras variedades deportivas,
Bachman describe en términos muy mundanos situaciones que pululan entre la
absurdez y lo terrible, convirtiendo el acto mismo de morir en un juego de
niños.
Me
resultó una lectura muy ligera, fácil de consumir e incluso divertida; sabe
encontrar el equilibrio perfecto entre una trama muy cruda y un humor bastante
negro. Y algo que siempre me gusta de los personajes de Stephen King, de
Bachman, como prefiráis: que no es necesario que les tengas aprecio; son
personajes imperfectos, puedes figurártelos en la vida real, como el vecino de
al lado que ha recibido un tiro, o tu amor platónico que ya no podrá llevarte
al baile de graduación porque le acaban de amputar las piernas... lo que sea.
Te da facilidad para entrar en la historia, y éste tipo de narración suya tan
cinematográfica, que te muestra la escena simultáneamente desde varios puntos
de vista al mismo tiempo, definitivamente es un punto muy a favor cuando se
trata de compartir la tensión a que se enfrentan los personajes. Hablando de
este punto en concreto, sobre este estilo tan "cinematográfico" de
escritura del Stephen King que, a mí, es algo que siempre me llama la
atención... no deja de sorprenderme que teniendo la mitad del trabajo hecho se
hayan hecho tantas adaptaciones cinematográficas mediocres de novelas suyas
(?).
Para
hacer boca (fragmento
extraído de una página al azar):
"…
-¿Y corriste todo el camino hasta allí?
-preguntó Belinda Josephson por tercera vez. Al parecer, ésa era la parte de la
historia más inverosímil para ella-. ¿Con lo gordo que estás?
-¡Mierda! No estoy gordo -dijo Brad-. Sólo soy
de constitución grande.
-Cariño, eso es lo que dirá el certificado de
defunción si vuelves a echar otra carrera como ésta -dijo Belinda-. La víctima
murió de "constitución grande en grado terminal". -Las palabras eran
regañonas, pero el tono no. Mientras hablaba se secaba el sudor frío de la
nuca.
Brad señaló calle abajo.
-Mira, Pete Jackson y el viejo Doc.
-¿Qué hacen?
-Creo que van a cubrir el cuerpo del chico
-dijo y comenzó a andar hacia allí.
Belinda lo detuvo.
-No, de eso nada, monada. De ninguna manera.
Basta de excursiones por hoy.
Brad la miró con cara de "ninguna mujer
me dice lo que tengo que hacer" -un gesto relativamente convincente para
un negro criado en Boston, cuya única idea sobre la vida en un gueto procedía
de la tele-, pero no discutió. Puede que lo hubiera hecho si Johnny Marinville
no hubiera salido a su encuentro en aquel preciso momento. Sonó otro trueno. Ya
soplaba una prisa persistente y Belinda sintió frío, un frío que anunciaba
agua. El cielo estaba cubierto de nubarrones negros, feos pero no aterradores.
Lo que era aterrador, almenos hasta cierto punto, era el cielo amarillo al
sudoeste. Rogó a Dios que no se desatara un tornado antes de la noche; eso sólo
añadiría la guinda a uno de los peores días de su historia reciente.
..."
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