Título: Los Hijos de la Tierra V - Los Refugios de Piedra [Earth's Children V: The Shelters of Stone]
Autor: Jean M. Auel
Idioma
original: Inglés
País:
EUA
Editorial:
Licencia editorial para
Círculo de Lectores por cortesía Maeva Ediciones, S.A.
Primera
Edición: 2002
Traducción:
Carlos Milla Soler
Número
de páginas: 849 pág
Género: Narrativa, Histórica
ISBN: 9788422697299
Sinopsis:
"Esa
era la gente con la que Jondalar había crecido: su familia, sus parientes, sus
amigos. Ella [Ayla], en cambio, era una desconocida, una desconocida
inquietante que llegaba acompañada de animales y conocía a saber qué
amenazadoras costumbres foráneas e ideas intolerables. ¿La aceptarían? ¿Y si no
era así?"
Algo
que decir:
Quinta entrega de la célebre saga de ambientación
prehistórica Los Hijos de la Tierra, de Jean M. Auel. Me los leo de poco
a poco porque se han ido volviendo cada vez un poco más pesados de digerir...
Al final del cuarto volumen, la joven pareja alcanzaba tras un
largo viaje a través del glaciar la tierra de los Zelandonii, el pueblo
de Jondalar.
El regreso de Jondalar cuando ya nadie parecía
albergar esperanzas de volver a verlo tras varios años sin saber de él, y
acompañado de una exótica joven nada menos, genera un gran revuelo en la
caverna, y Ayla no tardará en comprender que integrarse en la enorme comunidad de
los Zelandoni será un desafío completamente distinto a su estancia entre
los Mamutoi... la tribu es de lejos la más numerosa que ha habitado hasta la fecha y, aunque el recibimiento
general es bueno, no solo conseguirá forjar algunas amistades, sino también
ganarse un par de enemigos.
Los Refugios de Piedra es un relato muy
extenso, pero en proporción hasta el momento es el libro de la colección que se
refiere a un período más corto de tiempo; con todo el ritmo de la narración
vuelve a ser bastante lento, como en Los Cazadores de Mamuts: supongo
que no volveremos jamás al ritmo de la primera entrega, que fue el libro más
prolífico de la saga. En ésta entrega se le daba mucha más importancia al hecho
de relatar cómo evolucionaban las relaciones de Ayla con el resto de integrantes
de la caverna y en qué modo sus particulares circunstancias conseguían
distintas reacciones a medida que se iban haciendo públicas. Ayla destaca
nuevamente como la solucionadora de problemas ajenos por antonomasia, una
especie de superwoman prehistórica que igual sirve para curar a un pobre
desgraciado que ha sido arrollado por un rinoceronte como para solucionar un
asunto de custodia sobre un bebé o para apalabrarle un empleo a un tullido; las
cosas más dispares, no importa, ella puede con todas. Ese es parte del encanto
del personaje, pero también es su principal punto flojo... y es que un
personaje que absolutamente siempre lo hace todo a derechas a menudo obtiene la
reacción adversa: y es que cae mal. Es algo que me da hasta pena, porque me
gustaba mucho el personaje de Ayla al principio de la saga, pero a medida que
la cosa sigue y sigue avanzando, en lugar de quererla más le cojo como manía.
Personalmente, estoy empezando a llegar a un
punto bastante crucial en la lectura de ésta saga, y es ese punto en que la
historia ya no te apasiona, y los personajes tampoco lo hacen, así que sigues
leyéndola porque es de lo más feo dejar la colección a medias. Dicho esto: si
fuera ahora, me habría quedado al terminar el primer libro y ya, que es el que
realmente me gustó y aunque el final queda muy abierto está bien, porque el
mensaje es básicamente optimista y la trama principal queda resuelta. Así que
no, no recomiendo más Los Hijos de la Tierra como colección, basta ya;
pero sigo recomendando El
Clan del Oso Cavernario como libro único y auto conclusivo.
Para
hacer boca (fragmento
extraído de una página al azar):
"…
Escondió
la cabeza en el hombro de Jondalar. Él la estrechó contra su pecho para darle
consuelo. «Es difícil ser honrada por Doni -pensó-. Una bendición,
pero...» Intentó imaginar qué debía sentirse llevando dentro una nueva vida,
pero fue incapaz. Los hombres no tenían hijos. ¿Por qué si Doni había creado
también a los hombres? Si no hubiera hombres, las mujeres podrían igualmente
cuidar de sí mismas. No todas las mujeres estaban encinta al mismo tiempo, así
que unas podían cazar y otras podían ayudar a las que estaban en avanzado
estado de gestación o con niños muy pequeños. Las mujeres siempre se ayudaban
entre ellas cuando daban a luz. Probablemente podían sobrevivir incluso sin
cazar, ya que podían recolectar frutos, una tarea más sencilla para una mujer
con hijos de corta edad.
Jondalar se había planteado antes esas dudas,
y se preguntaba si otros hombres habían pensado también en ello. Desde luego,
nunca lo había hablado con nadie. Doni debía de tener algún motivo para crear
dos clases de personas: hombres y mujeres. Siempre parecía haber alguna clase
de lógica en lo que Ella hacía. El mundo tenía un orden. El sol salía todos los
días; la luna cumplía sus fases con toda regularidad; las estaciones se
sucedían igual un año tras otro.
¿Acaso tenía razón Ayla? ¿Era necesario el
hombre para que se iniciase una vida en una mujer? ¿Era ése el motivo por el
que existían hombres y mujeres? Jondalar pugnaba con estas ideas mientras tenía
a Ayla entre los brazos. Quería que hubiera una razón para su existencia, una
verdadera razón. No sólo el disfrute de los Placeres, no sólo la función de
mantener, ayudar, apoyar. Quería que su vida fuera necesaria, que el sexo
masculino fuera necesario. Deseaba creer que no era posible una nueva vida sin
la intervención de los hombres, que sin ellos no habría más niños, y los Hijos
de la Tierra dejarían de existir.
..."
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