Título: Un Saco de Canicas [Un Sac de Billes]
Autor:
Joseph Joffo
Idioma
original: Francés
País:
Francia
Editorial:
Grijalbo Mondadori, S.A.
Colección Mitos de Bolsillo
Primera
Edición: 1973
Traducción:
Lluís Maria Todó
Número
de páginas: 290 pág
Género: Novela Histórica, Drama, Autobiografía
ISBN:
9788439703044
Sinopsis:
"El
peluquero Joffo, un honrado judío establecido en el París ocupado por los
nazis, decide dispersar a su familia para evitar el cruel y previsible destino
que les espera. Sus hijos Joseph (el autor de esta obra) y Maurice tienen, a
sus diez y doce años, que sobrevivir solos en un universo desquiciado, en el
que la barbarie, la amistad, la picaresca y, sobre todo, el miedo imponen una
sola ley: la supervivencia."
Algo
que decir:
Otra
publicación más recogiendo el testimonio de (en este caso, y por fortuna) un
superviviente al holocausto, porque creo que nunca serán suficientes para
ilustrar la barbarie y todo el mundo debería ser consciente de ello.
Nacido
en 1930, Joseph Joffo tenía sólo 10 años cuando su padre les empujó a su
hermano Maurice y a él a la oscuridad de la noche con 5000 francos y la orden
de abandonar un París que había dejado de ser amable para los judíos. El
pequeño Joseph, aún sin comprender exactamente el significado de la palabra
judío, comprendió enseguida que a coste de su propia vida debía renegar de ello
mientras comenzaba junto a su hermano el largo viaje hacia el lejano Menton, en
la costa Mediterránea, donde los esperaban sus hermanos Henri y Albert. Ambos
vivieron todo tipo de situaciones a partir de ese momento, constantemente
perseguidos por el inexorable azote de la guerra que les pisaba los talones en
una huida enloquecida que marcaría para siempre sus vidas.
Para
hacer boca (fragmento
extraído de una página al azar):
"…
Seis
días.
Seis
días hace ya que nos tienen detenidos y no nos sueltan. Hubo otro
interrogatorio la mañana del tercer día y otro la tarde del cuarto. Y desde
hace dos días, nada. Maurice ha preguntado al intérprete cuando nos cruzamos
con él en un pasillo. Parece que están tramitando nuestro expediente, y que los
alemanes esperan algún hecho más decisivo para clasificarlo de forma
definitiva: es decir, para liberarnos o deportarnos.
Todos
los servicios están sobrecargados de trabajo. Hay un movimiento incesante en el
vestíbulo, en los dos salones y en los pasillos de los pisos. Las escaleras
están siempre atestadas de S.S. de paisano y de militar. Están los servicios de
identidad, los de verificación, los de entrega de Ausweiss, de control de
domicilios. Día tras día, en los pasillos se encontraban las mismas caras, la
misma palidez, las mismas arrugas de cansancio y de miedo; en el descansillo
del segundo piso hay un hombre que lleva tres días esperando de pie, viene a
primera hora y se marcha al caer la noche. ¿Quién es? ¿Qué quiere? ¿Qué
documento viene en vano a buscar? Todo me parece absolutamente incomprensible,
sobretodo este contraste entre los ladridos de los cabos de las S.S. que
empujan al rebaño por las escaleras (por sus gestos y sus voces noto que les
gustaría pegar y matar) y por otra parte esas investigaciones meticulosas, esa
selva de tampones manejados con mezquindad, las huellas, las firmas, una
meticulosidad que me fascina. ¿Cómo pueden ser a un tiempo asesinos y
chupatintas quisquillosos y aplicados?
..."
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