Autor: Leon Leyson
Idioma original: Inglés
País: EUA
Editorial: Licencia Editorial para Círculo de Lectores por cortesía de Atheneum Books For Young Readers
Editorial: Licencia Editorial para Círculo de Lectores por cortesía de Atheneum Books For Young Readers
Primera Edición: 2013
Traducción: Gemma Rovira
Traducción: Gemma Rovira
Número de páginas: 204 pág.
Género: Autobiografía, Drama, Novela Histórica
Género: Autobiografía, Drama, Novela Histórica
ISBN: 978846725900
Sinopsis:
"Soy un superviviente insólito del holocausto. Tenía mucho en contra y casi nada a favor. Era tan sólo un niño; no tenía contactos ni habilidades, pero tenía un factor ventajoso que compensaba todo lo demás: Oskar Schindler creía que mi vida tenía valor."
Algo que decir:
El chico sobre la caja de madera recoge el testimonio de Leon Leyson, quien fuera el superviviente más joven de la hoy día archiconocida "lista de Schindler".
Leon, a quien Schindler solía referirse como el "pequeño Leyson" porque a sus 13 años era tan menudo que debía subirse a una caja de madera para alcanzar los mandos de la máquina en que trabajaba, salvó su vida junto a sus padres y dos de sus hermanos trabajando a las órdenes del alemán, quien en renovadas ocasiones intercedió por ellos cuando la muerte en manos de los soldados nazis parecía ya inevitable.
Es un libro que me ha gustado, mucho, porque como en el caso de Un saco de canicas, del que hablé hace algún tiempo, no es el tipo de memoria de un superviviente del holocausto que simplemente se recrea en contar las cosas malas; y digo esto sin desmerecer a las que sí lo hacen, entiéndase: ésta gente pasaron por mucha mierda y cada cual lo cuenta como les viene bien, en su derecho están. Pero me vengo a referir, que me gusta porque no solamente se queda con lo malo, sinó que ensalza las cosas quenas que les pasaron: la generosidad del resto de refugiados que compartían con ellos lo poco que tenían, cómo la gente se ayudaba unos a otros, o arriesgaban su propia vida para salvar la de otra persona; cómo la familia se mantuvo unida todo lo posible e incluso cuando las cosas pudieron ser más fáciles para ellos yendo por libre lucharon por mantenerse juntos. Creo que al final, cuando uno lee esta clase de libros, que hablan sobre desgracias y, en realidad, cuentan cosas horribles, no sólo tiene que quedarse con todo lo malo que sucedió, sinó que puede recuperar un poco la fe en la humanidad sabiendo que incluso en los momentos más oscuros de la historia ha habido mucha gente buena, que ha hecho las cosas bien y ha intentado hacer del mundo un lugar un poco mejor.
El chico sobre la caja de madera recoge el testimonio de Leon Leyson, quien fuera el superviviente más joven de la hoy día archiconocida "lista de Schindler".
Leon, a quien Schindler solía referirse como el "pequeño Leyson" porque a sus 13 años era tan menudo que debía subirse a una caja de madera para alcanzar los mandos de la máquina en que trabajaba, salvó su vida junto a sus padres y dos de sus hermanos trabajando a las órdenes del alemán, quien en renovadas ocasiones intercedió por ellos cuando la muerte en manos de los soldados nazis parecía ya inevitable.
Es un libro que me ha gustado, mucho, porque como en el caso de Un saco de canicas, del que hablé hace algún tiempo, no es el tipo de memoria de un superviviente del holocausto que simplemente se recrea en contar las cosas malas; y digo esto sin desmerecer a las que sí lo hacen, entiéndase: ésta gente pasaron por mucha mierda y cada cual lo cuenta como les viene bien, en su derecho están. Pero me vengo a referir, que me gusta porque no solamente se queda con lo malo, sinó que ensalza las cosas quenas que les pasaron: la generosidad del resto de refugiados que compartían con ellos lo poco que tenían, cómo la gente se ayudaba unos a otros, o arriesgaban su propia vida para salvar la de otra persona; cómo la familia se mantuvo unida todo lo posible e incluso cuando las cosas pudieron ser más fáciles para ellos yendo por libre lucharon por mantenerse juntos. Creo que al final, cuando uno lee esta clase de libros, que hablan sobre desgracias y, en realidad, cuentan cosas horribles, no sólo tiene que quedarse con todo lo malo que sucedió, sinó que puede recuperar un poco la fe en la humanidad sabiendo que incluso en los momentos más oscuros de la historia ha habido mucha gente buena, que ha hecho las cosas bien y ha intentado hacer del mundo un lugar un poco mejor.
Para hacer boca (fragmento extraído de una página al azar):
"...
Por entonces la supervivencia era, básicamente, cuestión de suerte. Lo que un día obraba a tu favor podía obrar en tu contra al día siguiente, o incluso al cabo de una hora o un segundo. Había quienes todavía se creían más listos que los nazis, pensaban que podrían orientarse en aquél laberinto y sobrevivir a la guerra. Pero la verdad era que no había ninguna forma segura de avanzar en un mundo que se había vuelvo loco de remate.
..."
"…
Ya a punto de finalizar la instrucción, me trasladaron a una base de las afueras de Atlanta, en Georgia. Un fin de semana nos dieron un permiso para ir a la ciudad. Subí al autobús y me senté en mi sitio favorito, al fondo, para dormir un poco. Entonces el conductor paró el autobús y se acercó a mí. "No puedes sentarte aquí -me indicó-. Los asientos del fondo son para los negros. Tienes que sentarte en la parte delantera." Sus palabras fueron como una bofetada. De pronto me vi transportado a Cracovia, donde los nazis habían obligado a los judíos a sentarse al fondo del autobús (antes de prohibirnos por completo utilizar el transporte público). El contexto era muy diferente, pero aún así, no me lo explicaba. ¿Como podía ser que algo así sucediera en Estados Unidos? Hasta entonces, yo había creído erróneamente que la discriminación era algo que sólo habían sufrido los judíos bajo la opresión nazi. De pronto descubría que en aquel país que yo había empezado a amar también existían la desigualdad y los prejuicios.
..."
Por entonces la supervivencia era, básicamente, cuestión de suerte. Lo que un día obraba a tu favor podía obrar en tu contra al día siguiente, o incluso al cabo de una hora o un segundo. Había quienes todavía se creían más listos que los nazis, pensaban que podrían orientarse en aquél laberinto y sobrevivir a la guerra. Pero la verdad era que no había ninguna forma segura de avanzar en un mundo que se había vuelvo loco de remate.
..."
"…
Ya a punto de finalizar la instrucción, me trasladaron a una base de las afueras de Atlanta, en Georgia. Un fin de semana nos dieron un permiso para ir a la ciudad. Subí al autobús y me senté en mi sitio favorito, al fondo, para dormir un poco. Entonces el conductor paró el autobús y se acercó a mí. "No puedes sentarte aquí -me indicó-. Los asientos del fondo son para los negros. Tienes que sentarte en la parte delantera." Sus palabras fueron como una bofetada. De pronto me vi transportado a Cracovia, donde los nazis habían obligado a los judíos a sentarse al fondo del autobús (antes de prohibirnos por completo utilizar el transporte público). El contexto era muy diferente, pero aún así, no me lo explicaba. ¿Como podía ser que algo así sucediera en Estados Unidos? Hasta entonces, yo había creído erróneamente que la discriminación era algo que sólo habían sufrido los judíos bajo la opresión nazi. De pronto descubría que en aquel país que yo había empezado a amar también existían la desigualdad y los prejuicios.
..."
1 comentaris:
Hola! mirando por la blogosfera DESCUBRÍ tu blog, te he nominado en un premio y ahora te voy a seguir saludos!.
Aquí el premio:
http://adictoaleer.blogspot.COM.es/2014/08/premio-liebster-award.html
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